lunes, 2 de marzo de 2015

Capítulo CXCVI - El Ritual de la Felicidad (Vida Cotidiana)

EL RITUAL DE LA FELICIDAD
29 de Mayo de 2013


A ver Alejandro examen de  final de curso, ¿te has enterado de algo? veamos, llego la hora la verdad

 


15 pasos para ser feliz, único que tu padre te exige




1.- Levántate temprano

 



2.- Visualiza el día




3.- Quiérete mucho

 


4.- Come sano y variado

 



5.- Medita a diario y escucha Música

 


6.- Cree en ti

 


7.- Sonríe

 



8.- Regálate tiempo



9.- Crea hábitos saludables

 




10.- Persigue tus sueños

 






11.- Aprende algo nuevo

 



12.- Rodéate de tus seres queridos



 
13.- Da, recibe y agradece






14.- Haz lo que amas y ama lo que haces






15.- Aprecia los logros

 


¿Qué tal Alejandro?

 




Por favor si te gustan nuestras aventuras, antes de salir hazte seguidor de este blog, siempre encontraras unos amigos entrañables en este rincón, Gracias (Papá no crees que nos hemos pasado. Hijo creo que nos hemos quedado cortitos, somos realmente geniales)






martes, 9 de abril de 2013

Capítulo I - Carta a un hijo (Vida cotidiana)

Este fué un artículo, que recibí por facebook, me hizo llorar y decidí que mi blog, se dedicaría a hacernos ver a nosotros los Padres que, algunas veces, con nuestra injusta actitud, estamos haciéndo daño directamente a los seres que más queremos.

Este artículo es por lo tanto el precursor de SER MAMÁ Y DEL SEXO MASCULINO, TAMPOCO ES FÁCIL

No sé quién fué el autor, pero desde aquí, sólo puedo agradecerle ese momento de inspiración, que para nosotros a supuesto un gran paso hacía adelante. 

CARTA A UN HIJO

Te regañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta.

Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levanté por el cabello y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato.


Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal.

Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado.



Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos; que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mi te indiqué que caminaras erguido.


Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa.
A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto.

Al poco rato mi ira comenzó a apagarse.
Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido?




Luego escuché unos golpecitos en la puerta. 'Adelante'  dije, adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación.
Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir? ... ¿vienes a despedirte?



No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente.
Te abracé  y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito.
Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla.
Sentí que mi alma se quebrantaba.


'Hasta mañana papi me dijiste.
¿Qué es lo que estaba haciendo?
¿Por qué me desesperaba tan fácilmente?
Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual.

Tu tenias unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobretodo, sabias demostrar amor.
¿Por qué me costaba tanto trabajo?,
¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enojado?
¿Qué es lo que me estaba aburriendo?


Yo también fui niño.
¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?
Después de un rato entré a tu habitación y encendí con cuidado una lámpara.
Dormías profundamente.



Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé.
Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce.



No pude contener el sollozo y cerré los ojos.
Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste.
Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio.
Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación........


…algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojala te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.




Antes de irme de nuevo a Guinea deseaba dejarte este pequeño mensaje